Arte y compromiso social. Boedo y Florida

A fines del siglo XIX comenzó a reflejarse en la literatura argentina la tendencia anárquica que caracterizó a esa época de inmigración constante y de dificultades económicas. Como sucedió un siglo después con otros autores, algunas obras eran consideradas como literatura de izquierda porque señalaban las presiones soportadas por los sectores de menores recursos: obreros y desocupados, personas perseguidas cuando se organizaban para defender sus derechos.
1922: Grupo de Boedo...
Así surgió en 1922 el denominado Grupo de Boedo que tuvo como padrino a Nicolás Olivari (quien fue uno de los primeros en alejarse), ya que según lo expresado por Elías Castelnuovo en 1930:
“...a él se debe la promoción del grupo. Porque él me buscó a mí y a Barletta y entre los tres lo fundamos.”
Boedo y Florida...
En el diario La Prensa, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, más conocido como Jorge Luis Borges, refiriéndose a esa agrupación y al Grupo de Florida, escribió “que la primera se dijo ser de Boedo y que a la segunda le dijeron ser de Florida” destacando que “los de Florida debieron esa cortesana designación a una habilidad de sus adversarios”. En realidad, lo expresado por Castelnuovo a fines de la década del ’20 explica tal circunstancia: “...yo bauticé a los de Florida. Los de Florida se llamaron así porque así le pusimos nosotros. Ni siquiera los dejamos escoger nombre...”
Una anécdota aproxima a la interpretación de las relaciones entre ambos grupos ya que “Alberto Pinetta recuerda en su libro Verde memoria que fue el editor Antonio Zamora el de la ‘feliz ocurrencia’, cuando, de acuerdo con Castelnuovo, mandó ‘pintar un enorme letrero’ que contenía esta lacónica pero significativa inscripción: Boedo contra Florida.
El humorista Arturo Cancela propuso una vez fusionar ambos grupos bajo la común e híbrida denominación de Escuela de la calle Floredo”, aludiéndose así a la céntrica calle porteña donde se manifestaba la influencia del estilo de vida en las capitales europeas, en contraste con el barrio de Boedo, con sencillas viviendas de obreros e insoslayables signos de carencias...
1924: Disidencias e intentos fallidos...
El 25 de julio de 1924, Roberto Mariani publicó en el periódico “Martín Fierro” una carta abierta titulada Martín Fierro y yo. Enseguida se generó la reacción del grupo de Boedo con vehementes polémicas. En ese tiempo, Jorge Luis Borges ya había puesto en marcha la edición de la revista Proa (2ª época, primer número publicado en agosto de 1924) y eran codirectores Alfredo Brandán Caraffa, Ricardo Güiraldes y Pablo Rojas Paz. Aparentemente desde Proa pretendieron “crear un ‘frente único’ entre las distintas tendencias de la misma generación”.
1925: opiniones contundentes...
Un año después, en la revista La Campana de Palo - Quincenario de actualidades, crítica y arte-, afirmaron: “...Pasemos al otro grupo, al de Boedo. No existe sencillamente. Todo él queda reducido a dos nombres: Castelnuovo y Barletta... un escritor no hace grupo. Boedo no existe.”
“En enero de 1926, el nº 117 de Los Pensadores publica un editorial titulado ‘Nosotros y ellos’, que implica la más clara definición del grupo de Boedo y debe considerarse como su manifiesto: ‘La cuestión empezó en Florida y Boedo. El nombre o la designación es lo de menos. Tanto ellos como nosotros sabemos que hay algo más profundo que nos divide. Una serie de causas fundamentales fomentaron la división. Excluidos los nombres de calles y personas, quedamos en pie lo mismo, frente a frente, ellos y nosotros. Vamos por caminos completamente distintos en lo que concierne a la orientación literaria; pensamos y sentimos de una manera distinta. Repitamos que ellos carecen de verdaderos ideales. Fuera del presunto ideal de la literatura, no tienen otro ideal. La literatura no es un pasatiempo de barrio o de camorra, es un arte universal cuya misión puede ser profética o evangélica”.
“En agosto de 1926, Jorge Luis Borges afirmaba que ‘demasiado se conversó de Boedo y Florida, escuelas inexistentes”; pero “en 1928, en un artículo publicado en La prensa titulado ‘La inútil discusión de Boedo y Florida’, más allá de sus conclusiones... parece aceptar la existencia de los dos grupos y su polémica.”
Cerca del ocaso...
Durante la presidencia del doctor Marcelo Torcuato de Alvear, “mientras el radicalismo es una nueva versión del liberalismo, los intelectuales de izquierda y de derecha cuestionan al liberalismo, pero sin superar sus propias limitaciones de origen pequeño burgués. La falta de tensiones con que la realidad es aprehendida, hace posible la eventual lenidad y transigencia de las posturas y la permeabilidad de los grupos enemigos. Además, en la camaradería sin distingos del oficio se trata de paliar la soledad de los escritores en una sociedad mercantilizada que los posterga inexorablemente”, escribió el profesor Carlos Giordano a mediados de la década del sesenta.
Discusiones necesarias...
En las declaraciones de Castelnuovo de 1930, aparece esta afirmación: ‘tanto Boedo como Florida sirvieron de pretexto para iniciar una discusión que por entonces era necesaria. Muerta la discusión, ambos grupos pasaron a la historia’.
Esta afirmación resulta un tanto exagerada, pero de todos modos subraya una circunstancia muy peculiar que permitirá luego llegar a conclusiones importantes: más que definirse por sí mismos, los dos grupos, en particular el de Boedo, se definen por oposición de uno respecto del otro.
Allí se apoya esa extraña dependencia mutua y la constante necesidad de ‘tenerse en cuenta’ que a veces ha sorprendido a los críticos e historiadores de nuestra literatura.
Ya en 1924 Barletta había redactado (llevaba las firmas de Barleta y Olivari) un cartel que tenía por título “¿Con Gálvez o con Martínez Zuviría? Este cartel se pegó por las calles y -entre otras cosas- decía: ‘Hacemos realismo porque tenemos la convicción de que la literatura para el pueblo debe ser sincera, valiente; debe contener la nota agria de la verdad dicha sin limitaciones y el sollozo sordo de la miseria y del dolor”. Anunciaban su propia revista ‘donde los escritores que hicieran sano realismo enfrentarán a los que viven de la literatura falsa, romántica y hueca’. Esta especie de manifiesto terminaba así: ‘Nuestro lema es continuar haciendo la revolución en los espíritus. A la literatura de Martínez Zuviría, que falsea la vida y el amor, le contraponemos la obra del gran novelista Manuel Gálvez, y de Héctor Pedro Blomberg, Juan Pedro Calou, Olivera Lavié y de un sinnúmero de escritores audaces y valientes que han querido decir su pequeña o grande verdad. Como vemos: una definición por oposición a un contrario cuyos defectos sirven como punto de partida para estructurar en líneas muy generales un programa diferente y mejor. Claro que este proceder no es privativo de este solo movimiento literario; no otra cosa hicieron los de Florida respecto del modernismo y del sencillismo.”
Sabido es que a fines de 1927 ya no se editó el periódico Martín Fierro y en consecuencia, era insoslayable la disolución del grupo de Florida así como en los años siguientes tampoco se manifestaba el grupo de Boedo.
En la década del ’60, el profesor Carlos R. Giordano destacó que “el año 1930 marca... algo así como la irrupción en la Argentina de la tremenda crisis... También reiteró que “Florida persiguió la renovación puramente artística, en tanto Boedo buscó la transformación social, concibiendo la literatura como un instrumento para lograr esos fines. Es también posible reducir estos dos reformismos a la general “expresión del fracaso y de la soledad espiritual de las capas medias urbanas”... En consecuencia, insiste en que “el golpe del 6 de setiembre sorprendió a los escritores de Boedo tanto como a los martinfierristas. Si habían carecido de conceptos críticos capaces de prever los acontecimientos, era lógico que en un primer momento tampoco pudieran interpretar la magnitud y complejidad de lo que ocurría. El antirradicalismo de Boedo lo precipitó, como afirma Adolfo Prieto en Literatura y subdesarrollo a ‘una imposible luna de miel con la reacción que truncó al gobierno de Irigoyen’; cierto que esta ‘luna de miel’ duró poco, pero ello no la hace menos significativa”. 

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