La imagen como texto


por Cecilia Bajour - Marcela Carranza


La ilustración no sólo tiene reservado un lugar especial en la literatura para chicos por su presencia histórica y por sus logros artísticos. Les proponemos pensar en la imagen como un texto que siempre es interpretado, es leído por el lector/observador. Pensar a la imagen como texto significa preocuparnos por el modo en que este texto produce significación. Es decir volver explícito desde el análisis aquello que los lectores hacemos continuamente cuando leemos la ilustración junto a lo escrito en los libros para chicos.
Consideramos a la lectura de la imagen como una actividad intelectual sumamente compleja, y esto es importante señalarlo porque polemiza con otras posiciones (a menudo apoyadas en el carácter analógico de las imágenes frente al objeto) que la consideran de "fácil" lectura, y por lo tanto facilista, infantilizadora (en un sentido peyorativo); e incluso limitadoras de la imaginación del niño.
Como señalan Evelyn Arizpe y Morag Styles  (1 Arizpe, Evelyn y Styles, Morag. 2004. Pág. 56.)   "en la mayor parte de los sistemas educativos del mundo, las habilidades visuales se subestiman, y en los casos más extremos se desprecian".
Es frecuente escuchar a adultos decir que les preocupa que los chicos no lean libros con mucho texto, "verdadera literatura", seducidos por los libros con imágenes, mucho "más fáciles" de leer, pero en definitiva "menos literarios". También es un lugar común el adjudicar los libros con imágenes a los más pequeños (y hasta allí está todo bien) pero se trataría sólo de un puente para acceder cuando más grandes a los libros con mucho texto, libros sin imágenes. Las imágenes, señalan algunos especialistas en LIJ, no deben ocupar espacio en los libros para los jóvenes, porque los "infantilizan". Y los argumentos son muchos y variados aunque todos con un denominador común: la dicotomía texto / imagen que exalta el primer término en detrimento del segundo. El texto escrito como ligado a lo literario, lo complejo, lo "adulto" o al menos "en serio". El texto de la imagen (desestimada como texto) ligada a lo simple y fácil, lo "infantil/pueril" y "poco serio". Incluso en algunos extremos la ilustración es un ornamento, "acompaña" al texto para embellecer el libro, pero por supuesto es absolutamente prescindible, y de poca importancia.
Todo esto correspondería al discurso adulto de algunos mediadores: padres, docentes, especialistas e incluso escritores. Cuando nos ocupamos de los lectores las cosas cambian, y mucho. Los chicos piden ver las imágenes, se detienen a "leerlas", sorprenden a los adultos con la minuciosidad y profundidad de sus observaciones; y en plena adolescencia tienden en las bibliotecas a robar de los estantes de abajo libros ilustrados que miran con delectación. A esto deberíamos agregar a los adultos que nos sentimos directamente apelados por esos libros.

Los supuestos de simplicidad en Literatura Infantil y Juvenil (pág. 141 a 147) por Teresa Colomer

Hemos hablado de modelos innovadores y más complejos y hemos citado algunos ejemplos de ellos, como la mezcla de realidad y fantasía. Es necesario, sin embargo, precisar cuáles son los supuestos de simplicidad de la narrativa infantil y juvenil, cuáles son los criterios utilizados por los adultos para pensar que un texto es más fácilmente legible que otro para los niños y adolescentes. Aparte de las características destacadas desde la investigación lectora, desde la perspectiva de la literatura  infantil y juvenil se ha intentado revelar qué se considera un texto simple y comprensible a través de dos caminos: el primero ha sido el análisis de las narraciones infantiles y juveniles no canónicas; y, el segundo, el estudio de las simplificaciones efectuadas al adaptar obras de adultos para niños y niñas.En el primer caso, se ha observado que -a diferencia de la solución señalada por la literatura infantil canónica-, la literatura infantil no canónica salva la contradicción entre el destinatario y el destinatario crítico adulto a base de prescindir del segundo. Los autores (o los editores que deciden publicarles) no esperan obtener la aprobación de la crítica y de los medios educativos, no suponen que estos textos vayan a ser recomendados ni considerados como literatura infantil de calidad. Las características de estos libros, pues, pretenden responder estrictamente a lo que se supone que es más sencillo de leer para los lectores infantiles, supuestos que, en cierta manera, comparten con la literatura popular adulta y que les proporcionan un claro éxito de consumo. En este sentido, la crítica literaria ha señalado repetidamente como rasgos propios de una mayor facilidad lectora: un argumento y una caracterización estereotipada de los personajes y situaciones, un refuerzo de la moral y de la estratificación social establecida, una fuerte cohesión del texto y una gran simplicidad del lenguaje.
En el caso de los libros infantiles estas características populares incluyen también aspectos propios. Ray (1982) analizó las obras de E. Blyton para llegar a la conclusión que su retrato de un mundo exclusivamente infantil no sólo ignora a las personas adultas sino que establece una oposición entre dos mundos que se plasma en la narración a través de dos escenarios especiales distintos (niños y adultos se hallan en dos territorios, por ejemplo en la casa y el internado) o en dos tiempos diferentes (un tiempo de vacaciones reservado a los niños, pongamos por caso, y la aparición de los adultos al final de la narración, cuando este tiempo se ha agotado), así como la utilización de un lenguaje deliberadamente cercano al mundo juvenil. La división del mundo en dos partes bien delimitadas permite que los personajes infantiles se sitúen en un espacio liberados momentáneamente de las normas sociales, para volver a ellas más tarde sin ningún tipo de cuestionamiento moral.

Historias de amor de Alejandro Dolina


El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no esta en casi ninguna parte. Sin embargo, en medio de las infinitas desolaciones hay una buena noticia: el amor.
Los Hombres Sensibles de Flores tomaban ese rumbo cuando querían explicar el cosmos. Y hasta los Refutadores de Leyendas tuvieron que admitir casi sin reservas, que el amor existe. Eso si, nadie debe confundir el amor con la dicha. Al contrario: a veces se piensa que amor y pena son una misma cosa. Especialmente en el barrio del Angel Gris, que es también el barrio del desencuentro.
Las historias amorosas de los tiempos dorados son casi siempre tristes. Esto no basta para afirmar que todos los romances fueron desdichados: sucede tal vez que el arte necesita nostalgia. No se puede ser artista si no se ha perdido algo.
Los poemas de amor satisfecho aparecen como una compadrada de mercaderes afortunados. Por eso los poetas de Flores buscaban el desengaño, porque pensaban que cerca de el andaba el verso perfecto.
Casi todos quedaban en la mitad del camino. Manuel Mandeb veía las cosas de un modo mas complicado.
Admitía que la pena de amor conducía al arte. Pero también sostenía que el propósito final del arte es el amor. La recompensa del artista es ser amado.
Así parecía opinar Ives Castagnino, el músico de Palermo, quien componía valses melancólicos al solo efecto de seducir señoritas. Cuando no lo lograba, su tristeza le dictaba otras canciones que mas tarde le servían para deslumbrar señoritas nuevas y así recomenzaba el circulo.

Balada de la primera novia de Alejandro Dolina

El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años. Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de un hombre hay pocas cosas más serias que su amor inaugural.
Por cierto, los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros, que casi es imposible que nos molesten.
Ocupémonos de la novia de Allen. Su nombre se ha perdido para nosotros, no lejos de Patricia o Pamela. Fue tal vez morocha y linda.
El poeta niño la quiso con gravedad y temor. No tenía entonces el cínico aplomo que da el demasiado trato con las mujeres. Tampoco tenía -ni tuvo nunca- la audacia guaranga de los papanatas.
Las manifestaciones visibles de aquel romance fueron modestas. Allen creía recordar una mano tierna sobre su mentón, una blanca vecindad frente a un libro de lectura y una frase, tan solo una: "Me gustás vos." En algun recreo perdió su amor y más tarde su rastro.
Despues de una triste fiestita de fin de curso, ya no volvió a verla ni a tener noticias de ella.
Sin embargo siguió queriéndola a lo largo de sus años. Jorge Allen se hizo hombre y vivió formidables gestas amorosas. Pero jamás dejó de llorar por la morocha ausente.
La noche en que cumplía treinta y tres años, el poeta supo que había llegado el momento de ir a buscarla.

Géneros Humorísticos

        
·                     La parodia: es la recreación de un personaje o un hecho, empleando recursos irónicos para emitir una opinión generalmente transgresora sobre la persona o el acontecimiento parodiado. Existe en todos los géneros, incluyendo la literatura, la música , el cine y la televisión. Un acontecimiento político, social o cultural puede ser asimismo parodiado.
·                     Sátira: es un género que tiene por objeto corregir, por el ridículo, vicios del comportamiento humano, vicios morales y sociales.
Tipos de humor
·                     Humor costumbrista: manifestaciones artísticas que reflejan hábitos sociales de un lugar y una época. Ofrece un cuadro verosímil, creíble de la vida cotidiana y la presentación de personajes tipo y lugares precisos.
·                     Humor negro: El humor negro es un tipo de humor que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas. Cuestiona situaciones sociales que generalmente son serias mediante la sátira. El asunto más recurrente en el humor negro es la muerte y todo lo que está relacionado con ella. Atañe los temas más oscuros y dolorosos para el ser humano y que, por norma general, suelen resultar controvertidos y polémicos para la sociedad porque están relacionados con la moral. Algunos ejemplos pueden ser: las grandes tragedias, las normas sociales, el sexo, los asesinatos, el suicidio, las enfermedades, la pobreza, la locura, el terrorismo, la drogadicción, la violación, las discapacidades, la guerra, la religión, la política, etc., pero representados en forma cómica. Suele adoptar una mirada machista, racista, xenófoba, cínica, etc.
·                     Humor blanco: El humor blanco es un tipo de humor que no contiene connotaciones ni denotaciones negativas como el humor negro. Se basa en los siguientes elementos:
-          El factor sorpresa
-          La calidad (o gracia) del intérprete (continente)
-          La calidad de lo expuesto (contenido)
·                     Humor absurdo: E l humor absurdo, también conocido como humor surrealista, es un tipo de humor que se vale de las situaciones disparatadas o incoherentes para generar la risa en el público, su comicidad se basa en la irracionalidad. Es un humor totalmente alejado de la realidad pero que a la vez nos sumerge en lo esencial de ella.

Otras características a tener en cuenta:
·                     Catarsis: Es posible decir también que uno de los efectos que provoca el humor en el espectador es el de “la catarsis”, es decir, la liberación, purificación o desahogo que provoca una situación cómica que permite experimentar un episodio desde el lugar del burlador o del burlado, “como si lo estuviese viviendo” y por lo tanto siendo protagonista sin serlo verdaderamente, con todas las consecuencias que esto puede provocar. El humor negro, suele ser un ejemplo de este aspecto catárquico de este género.
·                     También el humor funciona como elemento de transgresión, toma de conciencia, de denuncia, con fines políticos, didácticos, etc.

Sueño de barrio de Roberto Fontanarrosa


El comisario Marconi se apretó los ojos con los dedos de la mano derecha, y luego, esgrimió un gesto de calma.
—Un momento, un momento —pidió— Empecemos de nuevo. Usted, Pendino, soñó...
Pendino se llevó una mano al pecho, asintió con la cabeza y buscó el tono menos trémulo para su voz.
—Yo soñé... que mantenía relaciones... digamos, íntimas, con la señorita —señaló con el mentón a Celina. Celina rompió a llorar, entrecortadamente.
—¡Te voy a matar, desgraciado...! —un agente tuvo que aferrar por el brazo al señor Bustamante, que pugnaba por lanzarse sobre Pendino.
—Usted no va a matar a nadie —elevó la voz el comisario—. Siéntese. Déjelo hablar acá... al hombre. Si no lo deja hablar...
—¡Es un depravado, un degenerado! —desde su asiento, Bustamante no se doblegaba. Tampoco Celina dejaba de llorar y ahora se había refugiado en los brazos de la madre.
—Siga, Pendino. Cuente... cómo fue...
—Yo estaba en el club, en el sueño yo estaba en el club y me acuerdo que llegaba el Ricardo. No tenía bien la cara del Ricardo, pero yo sabía que era el Ricardo...
—¿Quién es el Ricardo? —cortó el comisario.
—Un amigo de ahí, del club.
—¿Dónde vive?
—A la vuelta del club, al lado del almacén.
—¿El almacén de don Aldo?
—Sí.
El comisario estiró el mentón hacia el escribiente, para que no pasase por alto el detalle,
—Siga.
—Y no sé qué era que estaban haciendo en el club, estaban arreglando una pared, no sé. Había unas bolsas y Elio, el bufetero, las llevaba para adentro. Después llegaba el Colorado, que es otro amigo, pero eso era más raro porque yo sabía que era el Colorado pero la cara no era del Colorado, era como más gordo, así... —Pendino infló un poco los mofletes y simuló una papada con las manos.— Y estábamos ahí, y creo que el Colorado nos pedía que lleváramos una de las bolsas ésas de porlan o qué se yo, hasta la casa de él porque él tenía que escribirle una carta a una tía de Jujuy para decirle que estaban por construir una pieza en el fondo.
El comisario hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. Encontraba el relato interesante.
—¿Después?
—Después —forzó su memoria Pendino—... no sé, no me acuerdo muy muy bien esa parte se me borra... No sé, no sé... Pero después aparecía, acá... la señorita...
El clima había retomado su consistencia tensa.
—Siga, siga —lo alentó el comisario.
—Tenía puesta una pollera roja, corta, bastante corta, y una remera azul sin mangas, bien ajustada... Y me acuerdo que empezábamos a hablar y ella me decía que tenía que ir a buscar algo a la piecita del utilero...

El humor es suma de cosas serias: Los recursos humorísticos

RECURSOS HUMORÍSTICOS

-        La  ridiculización: cuando se exageran rasgos físicos, formas de ser o de actuar, conductas, reacciones, etc. o se exponen valores, creencias, ideas de otros como si fueran defectos o manías.
-        Lo inadecuado al contexto, lo incorrecto, lo que va contra el sentido común, lo fuera de lugar o tiempo.
-        El  equívoco, las situaciones confusas, los desencuentros, desengaños.
-        Lo absurdo, lo ilógico, lo que no parece tener ningún sentido o relación con nada.
-        Lo obvio, aquello que todos saben, lo que no hace falta decir.
-        El doble sentido, palabra o término con más de un significado según la situación,
-        El juego de palabras, la rima.
-        La repetición, insistir con una frase palabra o situación
-        Lo  sorpresivo, lo inesperado, lo que descoloca al otro.
-        Lo irónico, cuando se dice lo contrario de aquello que se piensa, en tono burlón.
-        La paradoja: cuando una situación debiera ser de una manera y resulta de una forma opuesta.
-        El extrañamiento: cuando se mira algo habitual con ingenuidad, como si fuera la primera vez que se lo hace.
-        La complicidad con el lector o espectador.
Géneros humorísticos: parodia, sátira, costumbrismo, personajes estereotipados,  grotesco,
Se dice que uno de los efectos que provoca el humor en el espectador es “la catarsis”, es decir, la liberación, purificación o desahogo que provoca una situación cómica que permite experimentar un episodio desde el lugar del burlador o del burlado, “como si lo estuviese viviendo” y por lo tanto siendo protagonista sin serlo verdaderamente con todas las consecuencias que esto puede provocar. El humor negro, suele ser un ejemplo de este aspecto.
También el humor funciona como elemento de transgresión, toma de conciencia, de denuncia, con fines políticos, didácticos, etc.