Arte y compromiso social. Boedo y Florida

A fines del siglo XIX comenzó a reflejarse en la literatura argentina la tendencia anárquica que caracterizó a esa época de inmigración constante y de dificultades económicas. Como sucedió un siglo después con otros autores, algunas obras eran consideradas como literatura de izquierda porque señalaban las presiones soportadas por los sectores de menores recursos: obreros y desocupados, personas perseguidas cuando se organizaban para defender sus derechos.
1922: Grupo de Boedo...
Así surgió en 1922 el denominado Grupo de Boedo que tuvo como padrino a Nicolás Olivari (quien fue uno de los primeros en alejarse), ya que según lo expresado por Elías Castelnuovo en 1930:
“...a él se debe la promoción del grupo. Porque él me buscó a mí y a Barletta y entre los tres lo fundamos.”
Boedo y Florida...
En el diario La Prensa, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, más conocido como Jorge Luis Borges, refiriéndose a esa agrupación y al Grupo de Florida, escribió “que la primera se dijo ser de Boedo y que a la segunda le dijeron ser de Florida” destacando que “los de Florida debieron esa cortesana designación a una habilidad de sus adversarios”. En realidad, lo expresado por Castelnuovo a fines de la década del ’20 explica tal circunstancia: “...yo bauticé a los de Florida. Los de Florida se llamaron así porque así le pusimos nosotros. Ni siquiera los dejamos escoger nombre...”
Una anécdota aproxima a la interpretación de las relaciones entre ambos grupos ya que “Alberto Pinetta recuerda en su libro Verde memoria que fue el editor Antonio Zamora el de la ‘feliz ocurrencia’, cuando, de acuerdo con Castelnuovo, mandó ‘pintar un enorme letrero’ que contenía esta lacónica pero significativa inscripción: Boedo contra Florida.
El humorista Arturo Cancela propuso una vez fusionar ambos grupos bajo la común e híbrida denominación de Escuela de la calle Floredo”, aludiéndose así a la céntrica calle porteña donde se manifestaba la influencia del estilo de vida en las capitales europeas, en contraste con el barrio de Boedo, con sencillas viviendas de obreros e insoslayables signos de carencias...
1924: Disidencias e intentos fallidos...
El 25 de julio de 1924, Roberto Mariani publicó en el periódico “Martín Fierro” una carta abierta titulada Martín Fierro y yo. Enseguida se generó la reacción del grupo de Boedo con vehementes polémicas. En ese tiempo, Jorge Luis Borges ya había puesto en marcha la edición de la revista Proa (2ª época, primer número publicado en agosto de 1924) y eran codirectores Alfredo Brandán Caraffa, Ricardo Güiraldes y Pablo Rojas Paz. Aparentemente desde Proa pretendieron “crear un ‘frente único’ entre las distintas tendencias de la misma generación”.
1925: opiniones contundentes...
Un año después, en la revista La Campana de Palo - Quincenario de actualidades, crítica y arte-, afirmaron: “...Pasemos al otro grupo, al de Boedo. No existe sencillamente. Todo él queda reducido a dos nombres: Castelnuovo y Barletta... un escritor no hace grupo. Boedo no existe.”
“En enero de 1926, el nº 117 de Los Pensadores publica un editorial titulado ‘Nosotros y ellos’, que implica la más clara definición del grupo de Boedo y debe considerarse como su manifiesto: ‘La cuestión empezó en Florida y Boedo. El nombre o la designación es lo de menos. Tanto ellos como nosotros sabemos que hay algo más profundo que nos divide. Una serie de causas fundamentales fomentaron la división. Excluidos los nombres de calles y personas, quedamos en pie lo mismo, frente a frente, ellos y nosotros. Vamos por caminos completamente distintos en lo que concierne a la orientación literaria; pensamos y sentimos de una manera distinta. Repitamos que ellos carecen de verdaderos ideales. Fuera del presunto ideal de la literatura, no tienen otro ideal. La literatura no es un pasatiempo de barrio o de camorra, es un arte universal cuya misión puede ser profética o evangélica”.
“En agosto de 1926, Jorge Luis Borges afirmaba que ‘demasiado se conversó de Boedo y Florida, escuelas inexistentes”; pero “en 1928, en un artículo publicado en La prensa titulado ‘La inútil discusión de Boedo y Florida’, más allá de sus conclusiones... parece aceptar la existencia de los dos grupos y su polémica.”
Cerca del ocaso...
Durante la presidencia del doctor Marcelo Torcuato de Alvear, “mientras el radicalismo es una nueva versión del liberalismo, los intelectuales de izquierda y de derecha cuestionan al liberalismo, pero sin superar sus propias limitaciones de origen pequeño burgués. La falta de tensiones con que la realidad es aprehendida, hace posible la eventual lenidad y transigencia de las posturas y la permeabilidad de los grupos enemigos. Además, en la camaradería sin distingos del oficio se trata de paliar la soledad de los escritores en una sociedad mercantilizada que los posterga inexorablemente”, escribió el profesor Carlos Giordano a mediados de la década del sesenta.
Discusiones necesarias...
En las declaraciones de Castelnuovo de 1930, aparece esta afirmación: ‘tanto Boedo como Florida sirvieron de pretexto para iniciar una discusión que por entonces era necesaria. Muerta la discusión, ambos grupos pasaron a la historia’.
Esta afirmación resulta un tanto exagerada, pero de todos modos subraya una circunstancia muy peculiar que permitirá luego llegar a conclusiones importantes: más que definirse por sí mismos, los dos grupos, en particular el de Boedo, se definen por oposición de uno respecto del otro.
Allí se apoya esa extraña dependencia mutua y la constante necesidad de ‘tenerse en cuenta’ que a veces ha sorprendido a los críticos e historiadores de nuestra literatura.
Ya en 1924 Barletta había redactado (llevaba las firmas de Barleta y Olivari) un cartel que tenía por título “¿Con Gálvez o con Martínez Zuviría? Este cartel se pegó por las calles y -entre otras cosas- decía: ‘Hacemos realismo porque tenemos la convicción de que la literatura para el pueblo debe ser sincera, valiente; debe contener la nota agria de la verdad dicha sin limitaciones y el sollozo sordo de la miseria y del dolor”. Anunciaban su propia revista ‘donde los escritores que hicieran sano realismo enfrentarán a los que viven de la literatura falsa, romántica y hueca’. Esta especie de manifiesto terminaba así: ‘Nuestro lema es continuar haciendo la revolución en los espíritus. A la literatura de Martínez Zuviría, que falsea la vida y el amor, le contraponemos la obra del gran novelista Manuel Gálvez, y de Héctor Pedro Blomberg, Juan Pedro Calou, Olivera Lavié y de un sinnúmero de escritores audaces y valientes que han querido decir su pequeña o grande verdad. Como vemos: una definición por oposición a un contrario cuyos defectos sirven como punto de partida para estructurar en líneas muy generales un programa diferente y mejor. Claro que este proceder no es privativo de este solo movimiento literario; no otra cosa hicieron los de Florida respecto del modernismo y del sencillismo.”
Sabido es que a fines de 1927 ya no se editó el periódico Martín Fierro y en consecuencia, era insoslayable la disolución del grupo de Florida así como en los años siguientes tampoco se manifestaba el grupo de Boedo.
En la década del ’60, el profesor Carlos R. Giordano destacó que “el año 1930 marca... algo así como la irrupción en la Argentina de la tremenda crisis... También reiteró que “Florida persiguió la renovación puramente artística, en tanto Boedo buscó la transformación social, concibiendo la literatura como un instrumento para lograr esos fines. Es también posible reducir estos dos reformismos a la general “expresión del fracaso y de la soledad espiritual de las capas medias urbanas”... En consecuencia, insiste en que “el golpe del 6 de setiembre sorprendió a los escritores de Boedo tanto como a los martinfierristas. Si habían carecido de conceptos críticos capaces de prever los acontecimientos, era lógico que en un primer momento tampoco pudieran interpretar la magnitud y complejidad de lo que ocurría. El antirradicalismo de Boedo lo precipitó, como afirma Adolfo Prieto en Literatura y subdesarrollo a ‘una imposible luna de miel con la reacción que truncó al gobierno de Irigoyen’; cierto que esta ‘luna de miel’ duró poco, pero ello no la hace menos significativa”. 

El Grupo Florida

El Grupo Florida fue un agrupamiento informal de artistas de vanguardia de la Argentina durante la década de 1920 y de 1930. Tradicionalmente, la historiografía cultural argentina lo opuso al Grupo Boedo. Recibieron ese nombre porque uno de sus puntos de confluencia era la revista literaria Martín Fierro, cuya sede se encontraba en la esquina de la tradicional calle Florida y Tucumán, en la ciudad de Buenos Aires, y también porque acostumbraban a reunirse en "La Richmond", un café ubicado sobre Florida, entre Lavalle y la avenida Corrientes. También era habitual que realizaran sus exposiciones en el café Tortoni.
 La Revista Martín Fierro, fundada en febrero de 1924, con su famoso "Manifiesto", fue el eje de reunión del Grupo Florida. Sin embargo en la misma participaron escritores con estilos más identificables con el Grupo Boedo. Su primer director fue Evar Méndez y estaba codirigida también por Oliverio Girondo. Precisamente este último escribió el "Manifiesto" del grupo, publicado en el cuarto número de la revista, el día 15 de mayo de 1924.
Entre otras cosas el Manifiesto sostiene la voluntad del grupo de romper los esquemas y reglas artísticas entonces vigentes:
Frente a la impermeabilidad hipopotámica del honorable público. Frente a la funeraria solemnidad del historiador y del catedrático que momifica cuanto toca.... Martín Fierro sabe que todo es nuevo bajo el sol, si todo se mira con unas pupilas actuales y se expresa con un acento contemporáneo.
Otra revista relacionada con el grupo fue la Revista Proa, de Jorge Luis Borges y su hermana Norah, entre otros.
El Grupo Florida se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda de innovaciones vanguardistas relacionadas con las formas, como el cuestionamiento a la métrica y la rima en la poesía. Apoyaron el surrealismo, el dadaísmo, el ultraísmo y en general todas las corrientes de vanguardia europeas de la época.
Sus integrantes fueron:
Literatura: Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Conrado Nalé Roxlo, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón, Eduardo González Lanuza, Ricardo Güiraldes.

Pintura: Xul Solar, Raquel Forner, Alfredo Guttero, Norah Borges, Lino Eneas Spilimbergo, Antonio Berni, Aquiles Badi, Héctor Basaldúa, Horacio Butler, Emilio Centurión, Juan del Prete y Emilio Pettoruti.

Un paciente en disminución

El señor Ga había sido tan asiduo, tan dócil y prolongado paciente del doctor Terapéutica que ahora ya era sólo un pie. Extirpados sucesivamente los dientes, las amígdalas, el estómago, un riñón, un pulmón, el bazo, el colon, ahora llegaba el valet del señor Ga a llamar al doctor Terapéutica para que atendiera el pie del señor Ga, que lo mandaba llamar.

El doctor Terapéutica examinó detenidamente el pie y “meneando con grave modo” la cabeza resolvió:

-Hay demasiado pie, con razón se siente mal: le trazaré el corte necesario, a un cirujano.

Macedonio Fernández


Oliverio Girondo Espantapájaros (al alcance de todos) 1932

1
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!”... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.


Oliverio Girondo Espantapájaros (al alcance de todos) 1932

El Grupo Boedo

El Grupo Boedo o Grupo de Boedo fue un agrupamiento informal de artistas de vanguardia de la Argentina durante la década de 1920. Tradicionalmente, la historiografía cultural argentina lo opuso al Grupo Florida. Recibieron ese nombre porque uno de sus puntos de confluencia era la Editorial Claridad, ubicada en Boedo 837, por entonces eje de uno de los barrios obreros de Buenos Aires. El grupo se caracterizó por su temática social, sus ideas de izquierda y su deseo de vincularse con los sectores populares y en especial con el movimiento obrero.
La Editorial Claridad y la formación del Grupo Boedo  La Editorial Claridad fue fundada el 20 de febrero de 1922 por Antonio Zamora. Zamora era un periodista de ideas socialistas que se había trabajado hasta entonces realizando crónicas del movimiento obrero para el Diario Crítica. Ese año decide crear la editorial, con el fin de orientarla a la edición de literatura popular y contenido social.
Alrededor de la editorial, y hacia 1924 comenzó a reunirse un grupo de escritores y artistas de izquierda, entre los que se destacaron Leónidas Barleta, Nicolás Olivari (también perteneciente al Grupo Florida) y Elías Castelnuovo, a quienes puede considerarse los fundadores.
El Grupo Boedo se caracterizó fundamentalmente por la búsqueda de innovaciones vanguardistas relacionadas con los contenidos, incluyendo las temáticas sociales, obreras y políticas, siempre desde una perspectiva de izquierda, generalmente socialista.
El grupo difundió sus obras a través de las revistas Los Pensadores, Dínamo, Extrema Izquierda y la propia Editorial Claridad de Zamora.
Sus integrantes fueron:
Literatura: Leónidas Barletta, Nicolás Olivari, Elías Castelnuovo, Lorenzo Stanchina, Álvaro Yunque, Roberto Mariani, Raúl González Tuñón, Gustavo (visantino )Riccio, Aristóbulo Echegaray, César Tiempo, este último quien escribió también bajo el pesudónimo de Clara Beter. Roberto Arlt es a veces incluido en el Grupo Boedo, y por sus características pudo serlo, pero él nunca se incluyó en el mismo.
Pintura: José Arato, Adolfo Bellocq, Guillermo Hebécquer y Abraham Vigo.
La tradición suele ubicar al Grupo Florida como opuesto al Grupo de Boedo, aunque los límites entre ambos nunca estuvieron definitivamente marcados. Se atribuye al Grupo Florida una mayor identificación con las elites económicas, mientras que al Grupo Boedo se lo ubica más cerca de los sectores obreros y populares. El Grupo Florida se reunía en el centro, mientras que el Grupo Boedo lo hacía en los suburbios. Aquel daba máxima importancia a los aspectos de renovación de las formas artísticas, mientras el segundo, daba máxima importancia a los contenidos sociales y políticos.
De todas formas, algunos integrantes de ambos grupos se cambiaron de bando con el transcurso del tiempo y Borges llegó a confesar que esta rivalidad no pasaba de ser una broma.

Oliverio Girondo. Todo era amor...amor!


Todo era amor!

¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!

Oliverio Girondo, Un vanguardista I


                                                      1
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. ¡María Luisa! ¡María Luisa!... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.



Oliverio Girondo

¿La literatura infantil es literatura?

Casi ignorados por la academia y la crítica, los libros que encuentran a sus lectores entre los niños y jóvenes tienen un rol en su formación y un lugar considerable en el mercado. Autores y especialistas lo analizan como producto cultural, en su función pedagógica y el espacio que queda para la imaginación.
 

                                                                                         POR IVANNA SOTO

Son los padres quienes compran y leen primero los libros orientados a niños, una disciplina que no tiene ni una cátedra en la Universidad de Letras pero varios estantes en las librerías. Entonces, ¿se trata de literatura infantil o literatura “a secas”? En un encuentro a propósito de la presentación de Torre de Papel y Zona Libre 2011, dos colecciones de la editorial Norma destinadas a un público infantil, autores y especialistas buscaron delimitar sus alcances y plantear preguntas acerca del papel de la crítica, su función pedagógica y su rango como producto cultural.

Entrevista a Anthony Browne



Nació el 11 de septiembre de 1946 en Gran Bretaña. Es un autor e ilustrador de libros infantiles con reconocimiento internacional que tiene casi cuarenta títulos publicados. Fue nombrado 
Children's Laureate para el periodo 2009-2011, como reconocimiento a su labor excepcional en el campo de los libros para niños. Browne crea con sus acuarelas una narrativa fuerte, que mezcla el realismo con toques surrealistas y fantásticos y con efectos visuales humorísticos e ingeniosos. Su habilidoso uso del color, patrones y fondos promueven sutilmente una empatía con sus protagonistas. Los gorilas aparecen en muchos de los libros de Browne, quien afirma estar “fascinado por ellos y el contraste que representan —en su gran fuerza y gentileza—. Se les piensa como unas criaturas muy feroces, pero no lo son”.


Entrevista a Anthony Browne Parte I


Entrevista a Anthony Browne Parte II

“Dar vuelta las páginas de un libro-álbum es algo fascinante.” Entrevista con Anthony Browne en Buenos Aires

Canal Encuentro - Había una vez


Libros para chicos: ¿cómo se escriben e ilustran? Hacedores de la literatura infantil y juvenil despliegan las posibilidades expresivas de este género. Escritores, ilustradores  y especialistas del género literario cuentan sus experiencias y hablan sobre este arte con el que los chicos y las chicas dan sus primeros pasos como lectores. 
El proceso creativo, las temáticas más interesantes para la infancia, el uso 
del humor y la poesía, el teatro y otros temas, con la conducción de Luis Pescetti.
Canal Encuentro - Género: Con presentador, Didáctico


La imagen como texto


por Cecilia Bajour - Marcela Carranza


La ilustración no sólo tiene reservado un lugar especial en la literatura para chicos por su presencia histórica y por sus logros artísticos. Les proponemos pensar en la imagen como un texto que siempre es interpretado, es leído por el lector/observador. Pensar a la imagen como texto significa preocuparnos por el modo en que este texto produce significación. Es decir volver explícito desde el análisis aquello que los lectores hacemos continuamente cuando leemos la ilustración junto a lo escrito en los libros para chicos.
Consideramos a la lectura de la imagen como una actividad intelectual sumamente compleja, y esto es importante señalarlo porque polemiza con otras posiciones (a menudo apoyadas en el carácter analógico de las imágenes frente al objeto) que la consideran de "fácil" lectura, y por lo tanto facilista, infantilizadora (en un sentido peyorativo); e incluso limitadoras de la imaginación del niño.
Como señalan Evelyn Arizpe y Morag Styles  (1 Arizpe, Evelyn y Styles, Morag. 2004. Pág. 56.)   "en la mayor parte de los sistemas educativos del mundo, las habilidades visuales se subestiman, y en los casos más extremos se desprecian".
Es frecuente escuchar a adultos decir que les preocupa que los chicos no lean libros con mucho texto, "verdadera literatura", seducidos por los libros con imágenes, mucho "más fáciles" de leer, pero en definitiva "menos literarios". También es un lugar común el adjudicar los libros con imágenes a los más pequeños (y hasta allí está todo bien) pero se trataría sólo de un puente para acceder cuando más grandes a los libros con mucho texto, libros sin imágenes. Las imágenes, señalan algunos especialistas en LIJ, no deben ocupar espacio en los libros para los jóvenes, porque los "infantilizan". Y los argumentos son muchos y variados aunque todos con un denominador común: la dicotomía texto / imagen que exalta el primer término en detrimento del segundo. El texto escrito como ligado a lo literario, lo complejo, lo "adulto" o al menos "en serio". El texto de la imagen (desestimada como texto) ligada a lo simple y fácil, lo "infantil/pueril" y "poco serio". Incluso en algunos extremos la ilustración es un ornamento, "acompaña" al texto para embellecer el libro, pero por supuesto es absolutamente prescindible, y de poca importancia.
Todo esto correspondería al discurso adulto de algunos mediadores: padres, docentes, especialistas e incluso escritores. Cuando nos ocupamos de los lectores las cosas cambian, y mucho. Los chicos piden ver las imágenes, se detienen a "leerlas", sorprenden a los adultos con la minuciosidad y profundidad de sus observaciones; y en plena adolescencia tienden en las bibliotecas a robar de los estantes de abajo libros ilustrados que miran con delectación. A esto deberíamos agregar a los adultos que nos sentimos directamente apelados por esos libros.

Los supuestos de simplicidad en Literatura Infantil y Juvenil (pág. 141 a 147) por Teresa Colomer

Hemos hablado de modelos innovadores y más complejos y hemos citado algunos ejemplos de ellos, como la mezcla de realidad y fantasía. Es necesario, sin embargo, precisar cuáles son los supuestos de simplicidad de la narrativa infantil y juvenil, cuáles son los criterios utilizados por los adultos para pensar que un texto es más fácilmente legible que otro para los niños y adolescentes. Aparte de las características destacadas desde la investigación lectora, desde la perspectiva de la literatura  infantil y juvenil se ha intentado revelar qué se considera un texto simple y comprensible a través de dos caminos: el primero ha sido el análisis de las narraciones infantiles y juveniles no canónicas; y, el segundo, el estudio de las simplificaciones efectuadas al adaptar obras de adultos para niños y niñas.En el primer caso, se ha observado que -a diferencia de la solución señalada por la literatura infantil canónica-, la literatura infantil no canónica salva la contradicción entre el destinatario y el destinatario crítico adulto a base de prescindir del segundo. Los autores (o los editores que deciden publicarles) no esperan obtener la aprobación de la crítica y de los medios educativos, no suponen que estos textos vayan a ser recomendados ni considerados como literatura infantil de calidad. Las características de estos libros, pues, pretenden responder estrictamente a lo que se supone que es más sencillo de leer para los lectores infantiles, supuestos que, en cierta manera, comparten con la literatura popular adulta y que les proporcionan un claro éxito de consumo. En este sentido, la crítica literaria ha señalado repetidamente como rasgos propios de una mayor facilidad lectora: un argumento y una caracterización estereotipada de los personajes y situaciones, un refuerzo de la moral y de la estratificación social establecida, una fuerte cohesión del texto y una gran simplicidad del lenguaje.
En el caso de los libros infantiles estas características populares incluyen también aspectos propios. Ray (1982) analizó las obras de E. Blyton para llegar a la conclusión que su retrato de un mundo exclusivamente infantil no sólo ignora a las personas adultas sino que establece una oposición entre dos mundos que se plasma en la narración a través de dos escenarios especiales distintos (niños y adultos se hallan en dos territorios, por ejemplo en la casa y el internado) o en dos tiempos diferentes (un tiempo de vacaciones reservado a los niños, pongamos por caso, y la aparición de los adultos al final de la narración, cuando este tiempo se ha agotado), así como la utilización de un lenguaje deliberadamente cercano al mundo juvenil. La división del mundo en dos partes bien delimitadas permite que los personajes infantiles se sitúen en un espacio liberados momentáneamente de las normas sociales, para volver a ellas más tarde sin ningún tipo de cuestionamiento moral.

Historias de amor de Alejandro Dolina


El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no esta en casi ninguna parte. Sin embargo, en medio de las infinitas desolaciones hay una buena noticia: el amor.
Los Hombres Sensibles de Flores tomaban ese rumbo cuando querían explicar el cosmos. Y hasta los Refutadores de Leyendas tuvieron que admitir casi sin reservas, que el amor existe. Eso si, nadie debe confundir el amor con la dicha. Al contrario: a veces se piensa que amor y pena son una misma cosa. Especialmente en el barrio del Angel Gris, que es también el barrio del desencuentro.
Las historias amorosas de los tiempos dorados son casi siempre tristes. Esto no basta para afirmar que todos los romances fueron desdichados: sucede tal vez que el arte necesita nostalgia. No se puede ser artista si no se ha perdido algo.
Los poemas de amor satisfecho aparecen como una compadrada de mercaderes afortunados. Por eso los poetas de Flores buscaban el desengaño, porque pensaban que cerca de el andaba el verso perfecto.
Casi todos quedaban en la mitad del camino. Manuel Mandeb veía las cosas de un modo mas complicado.
Admitía que la pena de amor conducía al arte. Pero también sostenía que el propósito final del arte es el amor. La recompensa del artista es ser amado.
Así parecía opinar Ives Castagnino, el músico de Palermo, quien componía valses melancólicos al solo efecto de seducir señoritas. Cuando no lo lograba, su tristeza le dictaba otras canciones que mas tarde le servían para deslumbrar señoritas nuevas y así recomenzaba el circulo.

Balada de la primera novia de Alejandro Dolina

El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años. Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de un hombre hay pocas cosas más serias que su amor inaugural.
Por cierto, los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros, que casi es imposible que nos molesten.
Ocupémonos de la novia de Allen. Su nombre se ha perdido para nosotros, no lejos de Patricia o Pamela. Fue tal vez morocha y linda.
El poeta niño la quiso con gravedad y temor. No tenía entonces el cínico aplomo que da el demasiado trato con las mujeres. Tampoco tenía -ni tuvo nunca- la audacia guaranga de los papanatas.
Las manifestaciones visibles de aquel romance fueron modestas. Allen creía recordar una mano tierna sobre su mentón, una blanca vecindad frente a un libro de lectura y una frase, tan solo una: "Me gustás vos." En algun recreo perdió su amor y más tarde su rastro.
Despues de una triste fiestita de fin de curso, ya no volvió a verla ni a tener noticias de ella.
Sin embargo siguió queriéndola a lo largo de sus años. Jorge Allen se hizo hombre y vivió formidables gestas amorosas. Pero jamás dejó de llorar por la morocha ausente.
La noche en que cumplía treinta y tres años, el poeta supo que había llegado el momento de ir a buscarla.

Géneros Humorísticos

        
·                     La parodia: es la recreación de un personaje o un hecho, empleando recursos irónicos para emitir una opinión generalmente transgresora sobre la persona o el acontecimiento parodiado. Existe en todos los géneros, incluyendo la literatura, la música , el cine y la televisión. Un acontecimiento político, social o cultural puede ser asimismo parodiado.
·                     Sátira: es un género que tiene por objeto corregir, por el ridículo, vicios del comportamiento humano, vicios morales y sociales.
Tipos de humor
·                     Humor costumbrista: manifestaciones artísticas que reflejan hábitos sociales de un lugar y una época. Ofrece un cuadro verosímil, creíble de la vida cotidiana y la presentación de personajes tipo y lugares precisos.
·                     Humor negro: El humor negro es un tipo de humor que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas. Cuestiona situaciones sociales que generalmente son serias mediante la sátira. El asunto más recurrente en el humor negro es la muerte y todo lo que está relacionado con ella. Atañe los temas más oscuros y dolorosos para el ser humano y que, por norma general, suelen resultar controvertidos y polémicos para la sociedad porque están relacionados con la moral. Algunos ejemplos pueden ser: las grandes tragedias, las normas sociales, el sexo, los asesinatos, el suicidio, las enfermedades, la pobreza, la locura, el terrorismo, la drogadicción, la violación, las discapacidades, la guerra, la religión, la política, etc., pero representados en forma cómica. Suele adoptar una mirada machista, racista, xenófoba, cínica, etc.
·                     Humor blanco: El humor blanco es un tipo de humor que no contiene connotaciones ni denotaciones negativas como el humor negro. Se basa en los siguientes elementos:
-          El factor sorpresa
-          La calidad (o gracia) del intérprete (continente)
-          La calidad de lo expuesto (contenido)
·                     Humor absurdo: E l humor absurdo, también conocido como humor surrealista, es un tipo de humor que se vale de las situaciones disparatadas o incoherentes para generar la risa en el público, su comicidad se basa en la irracionalidad. Es un humor totalmente alejado de la realidad pero que a la vez nos sumerge en lo esencial de ella.

Otras características a tener en cuenta:
·                     Catarsis: Es posible decir también que uno de los efectos que provoca el humor en el espectador es el de “la catarsis”, es decir, la liberación, purificación o desahogo que provoca una situación cómica que permite experimentar un episodio desde el lugar del burlador o del burlado, “como si lo estuviese viviendo” y por lo tanto siendo protagonista sin serlo verdaderamente, con todas las consecuencias que esto puede provocar. El humor negro, suele ser un ejemplo de este aspecto catárquico de este género.
·                     También el humor funciona como elemento de transgresión, toma de conciencia, de denuncia, con fines políticos, didácticos, etc.

Sueño de barrio de Roberto Fontanarrosa


El comisario Marconi se apretó los ojos con los dedos de la mano derecha, y luego, esgrimió un gesto de calma.
—Un momento, un momento —pidió— Empecemos de nuevo. Usted, Pendino, soñó...
Pendino se llevó una mano al pecho, asintió con la cabeza y buscó el tono menos trémulo para su voz.
—Yo soñé... que mantenía relaciones... digamos, íntimas, con la señorita —señaló con el mentón a Celina. Celina rompió a llorar, entrecortadamente.
—¡Te voy a matar, desgraciado...! —un agente tuvo que aferrar por el brazo al señor Bustamante, que pugnaba por lanzarse sobre Pendino.
—Usted no va a matar a nadie —elevó la voz el comisario—. Siéntese. Déjelo hablar acá... al hombre. Si no lo deja hablar...
—¡Es un depravado, un degenerado! —desde su asiento, Bustamante no se doblegaba. Tampoco Celina dejaba de llorar y ahora se había refugiado en los brazos de la madre.
—Siga, Pendino. Cuente... cómo fue...
—Yo estaba en el club, en el sueño yo estaba en el club y me acuerdo que llegaba el Ricardo. No tenía bien la cara del Ricardo, pero yo sabía que era el Ricardo...
—¿Quién es el Ricardo? —cortó el comisario.
—Un amigo de ahí, del club.
—¿Dónde vive?
—A la vuelta del club, al lado del almacén.
—¿El almacén de don Aldo?
—Sí.
El comisario estiró el mentón hacia el escribiente, para que no pasase por alto el detalle,
—Siga.
—Y no sé qué era que estaban haciendo en el club, estaban arreglando una pared, no sé. Había unas bolsas y Elio, el bufetero, las llevaba para adentro. Después llegaba el Colorado, que es otro amigo, pero eso era más raro porque yo sabía que era el Colorado pero la cara no era del Colorado, era como más gordo, así... —Pendino infló un poco los mofletes y simuló una papada con las manos.— Y estábamos ahí, y creo que el Colorado nos pedía que lleváramos una de las bolsas ésas de porlan o qué se yo, hasta la casa de él porque él tenía que escribirle una carta a una tía de Jujuy para decirle que estaban por construir una pieza en el fondo.
El comisario hizo un gesto de asentimiento con la cabeza. Encontraba el relato interesante.
—¿Después?
—Después —forzó su memoria Pendino—... no sé, no me acuerdo muy muy bien esa parte se me borra... No sé, no sé... Pero después aparecía, acá... la señorita...
El clima había retomado su consistencia tensa.
—Siga, siga —lo alentó el comisario.
—Tenía puesta una pollera roja, corta, bastante corta, y una remera azul sin mangas, bien ajustada... Y me acuerdo que empezábamos a hablar y ella me decía que tenía que ir a buscar algo a la piecita del utilero...

El humor es suma de cosas serias: Los recursos humorísticos

RECURSOS HUMORÍSTICOS

-        La  ridiculización: cuando se exageran rasgos físicos, formas de ser o de actuar, conductas, reacciones, etc. o se exponen valores, creencias, ideas de otros como si fueran defectos o manías.
-        Lo inadecuado al contexto, lo incorrecto, lo que va contra el sentido común, lo fuera de lugar o tiempo.
-        El  equívoco, las situaciones confusas, los desencuentros, desengaños.
-        Lo absurdo, lo ilógico, lo que no parece tener ningún sentido o relación con nada.
-        Lo obvio, aquello que todos saben, lo que no hace falta decir.
-        El doble sentido, palabra o término con más de un significado según la situación,
-        El juego de palabras, la rima.
-        La repetición, insistir con una frase palabra o situación
-        Lo  sorpresivo, lo inesperado, lo que descoloca al otro.
-        Lo irónico, cuando se dice lo contrario de aquello que se piensa, en tono burlón.
-        La paradoja: cuando una situación debiera ser de una manera y resulta de una forma opuesta.
-        El extrañamiento: cuando se mira algo habitual con ingenuidad, como si fuera la primera vez que se lo hace.
-        La complicidad con el lector o espectador.
Géneros humorísticos: parodia, sátira, costumbrismo, personajes estereotipados,  grotesco,
Se dice que uno de los efectos que provoca el humor en el espectador es “la catarsis”, es decir, la liberación, purificación o desahogo que provoca una situación cómica que permite experimentar un episodio desde el lugar del burlador o del burlado, “como si lo estuviese viviendo” y por lo tanto siendo protagonista sin serlo verdaderamente con todas las consecuencias que esto puede provocar. El humor negro, suele ser un ejemplo de este aspecto.
También el humor funciona como elemento de transgresión, toma de conciencia, de denuncia, con fines políticos, didácticos, etc. 
 


¿Qué es la literatura?

Algunas ideas que permiten problematizar el concepto de literatura en nuestra época:

LITERATURA Y REPRESENTACIÓN SOCIAL

Una definición de literatura debería poder explicar las características que relacionan a “todos” los textos literarios existentes. Sin embargo lo que hoy en día se entiende como “literatura” reúne una cantidad muy variada de características que no se dan “todas a la vez” en cada texto literario. Por este motivo no se puede dar una definición general de “literatura”, aunque es posible indagar sobre su concepto, partiendo del análisis de las “representaciones sociales”, o sea, de las creencias comunes que compartimos como integrantes de nuestra comunidad, acerca de lo que es “literatura”.

Todos las personas tienen alguna “representación” acerca de lo que es la literatura, es decir, cuando escuchamos la palabra “literatura”, por lo general, pensamos en un cuento, un poema, una novela, una obra de teatro, algunos también en un ensayo, una biografía, una canción, etc. A partir estas representaciones se establecen pactos y objetivos de lectura, se “lee de determinada manera” (modos de leer), esto es, se le da un sentido al texto teniendo en cuenta o pensando que se trata de un “texto literario”.

Así, aunque la literatura no pueda definirse, esas representaciones sociales nos permiten establecer un punto de partida para conocerla mejor:

Comenzaremos diciendo que “la literatura está integrada por todos los textos que nuestra cultura clasifica como literarios”. Pero ¿qué características aparecen en dichos textos?
1- LA FICCIÓN 

2- EL USO ESTÉTICO DEL LENGUAJE

3- EL USO DE OTROS GÉNEROS DISCURSIVOS, NO FICCIONALES

4- EL MERCADO EDITORIAL

5- SON PRODUCTOS HISTÓRICO-SOCIALES