INSTRUCCIONES PARA LLORAR
Dejando
de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo
por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa
con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una
contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y
mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno
se suena enérgicamente.
Para
llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible
por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato
cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no
entra nadie, nunca.
Llegado
el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia
dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de
preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
INSTRUCCIONES
PARA CANTAR
Empiece
por romper los espejos de su casa, deje caer los brazos, mire vagamente la
pared, olvídese. Cante una sola nota, escuche por dentro. Si oye (pero esto
ocurrirá mucho después) algo como un paisaje sumido en el miedo, con hogueras
entre las piedras, con siluetas semidesnudas en cuclillas, creo que estará bien
encaminado, y lo mismo si oye un río por donde bajan barcas pintadas de
amarillo y negro, si oye un sabor de pan, un tacto de dedos, una sombra de
caballo.
Después
compre solfeos y un frac, y por favor no cante por la nariz y deje en paz a
Schumann.
INSTRUCCIONES
PARA SUBIR UNA ESCALERA
Nadie
habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal
que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte
siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva
perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta
alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de
las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está
en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños,
formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante
que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquier otra
combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de
trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las
escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan
particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie,
los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los
ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y
respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por
levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre
en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón.
Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge
la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de
confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le
hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste
descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños
son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La
coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación.
Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie.)
Llegado
en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimiento
hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con
un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el
momento del descenso.
INSTRUCCIONES
PARA DAR CUERDA AL RELOJ
Allá
en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano,
tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre
otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el
tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las
brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué
más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad,
imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo
alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la
fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no
corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.
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