El Viaje del Héroe

                   

El viaje del héroe es la historia más antigua del mundo. Su estructura básica está entretejida de mitos, cuentos de hadas y leyendas que nos relatan cómo una persona se pone en marcha para dar cumplimiento a la gran tarea, la búsqueda de un tesoro difícil de encontrar. Es la misma historia detrás de todas las historias conocidas,  que se ha venido contando hasta el día de hoy en diferentes idiomas y culturas. No ha sido creada ni inventada por nadie, sino que es un mensaje de sabiduría que procede directamente del alma. Podríamos decir que hemos traído este conocimiento con nosotros. Es una historia ejemplar, una parábola del camino que los seres humanos recorremos a lo largo de nuestra vida.
                    Muchos etnólogos, psicólogos y sociólogos han estudiado este tesoro escondido en nuestros mitos y cuentos de hadas buscando sus raíces. Fue precisamente el psiquiatra suizo Carl Jung quien realizó una interpretación muy esclarecedora de este fenómeno en la que nos dice que, los temas comunes a estas tradiciones están conectados con el alma del ser humano. Es decir que no sólo tenemos características externas que nos individualizan, sino que tenemos un universo interior común al que dio en llamar Inconsciente colectivo. Este nivel que nos conecta es el de los arquetipos del alma, cuyas imágenes hemos traído con nosotros.
                    El viaje del héroe es una tradición arquetípica, un conjunto de acciones entretejidas a partir de esas imágenes.
        Las mismas cuentan que básicamente a raíz de una pérdida o una misión, el héroe debe llevar a cabo una tarea. Se pone en marcha y, a lo largo del camino, se encuentra con adversarios y con ayudantes o aliados.  Logra hacerse con la fórmula mágica y hace frente a su oponente, venciéndolo, aunque es frecuentemente marcado en ese proceso. Una vez que consigue lo que busca, deshaciéndose de sus perseguidores o adversarios, toma el camino de regreso a casa. Finalmente hay una boda y una ascensión al trono.

El sentido del viaje

              En este sentido podemos observar que todas las grandes tradiciones, las antiguas literaturas, las mitologías y las religiones han tratado el tema del viaje. El viaje ha forjado héroes y heroínas desde tiempos inmemoriales. Estos viajes han sido considerados como viajes iniciáticos, es decir que acarrean una transformación y un aprendizaje para quien los realiza. La persona es iniciada en el uso de potenciales interiores que no sabía que tenía.
Algunos de ellos han sido realmente famosos en la historia: Gilgamesh, el héroe de la epopeya sumeria, que emprende un viaje en busca de la planta que le dará la inmortalidad.  Jasón, que lideró a los argonautas en busca del vellocino de oro. Moisés, quien dirigió el éxodo del pueblo hebreo hacia la tierra prometida. Eneas, que encabezó el exilio después de la caída de Troya. Odiseo, que emprende un viaje de regreso al hogar, al amor (esposa) y a la familia.
                   Hay otros héroes como Marco Polo o Colón o Erick el Rojo, quienes fueron en busca de otras tierras. Hay viajes netamente simbólicos  como los que hicieron Hércules, el mismo Odiseo o Dante, cuando descendieron al infierno. O como Jonás y Moví Dock, el viaje al vientre de la ballena.
                  Hay viajeros a través del tiempo y del espacio, o a tiempos y espacios diferentes, como los personajes de Julio Verne, Ray Bradbury o J. R. Tolkien. También viajes como el del protagonista del cuento de Alejo Carpentier "Viaje a la semilla" donde Don Marcial vuelve a su nacimiento.
                       
El Viaje como símbolo

                   Eduardo Cirlot nos dice. “… desde el punto de vista espiritual, el viaje no es nunca la mera traslación en el espacio, sino la tensión de búsqueda y de cambio que determina el movimiento y la experiencia que se deriva del mismo. En consecuencia estudiar, investigar, buscar, vivir intensamente lo nuevo y profundo son modalidades de viajar o, si se quiere, equivalentes espirituales del viaje. Los héroes son siempre viajeros, es decir, inquietos. El viajar es una imagen de aspiración, dice Jung, del anhelo nunca saciado, que en parte alguna encuentra su objeto. Señala luego que ese objeto es el hallazgo de la madre perdida. Pero el verdadero viaje no es nunca una huida ni un sometimiento, es evolución. Viajar es buscar. Así en general diríamos que el viaje a los infiernos simboliza el descenso al inconsciente, la toma de conciencia de todas las posibilidades del ser. En cambio el viaje al interior de la tierra es el retorno al seno de la madre…”.
                                              
La función del mito y el rol del héroe
                  
        Los mitos se refieren siempre al desarrollo del alma, al pathos que acompaña el viaje del alma heroica mientras viaja desde formas obsoletas de la existencia hacia los nuevos estadios de conciencia.
        Los mitos del héroe de cualquier cultura o individuo nos dicen qué atributos son percibidos como lo bueno, lo bello, lo verdadero (ideal platónico) y, por consiguiente, nos enseñan  valores deseables culturalmente. Todos estos valores y modelos  cambian con el tiempo y la cultura.
         Los héroes emergen siempre en épocas de muerte: de la identidad, de las formas sociales, de las religiones ortodoxas, de gobiernos, economías, psicologías, relaciones.
         Al contestar el llamado de lo eterno, los héroes descubren el coraje de soportar las gestaciones, crecimientos, y traumas necesarios para un nuevo nacimiento.     De manera que en la sociedad ellos sirven como parteras para el continuum de nacimientos necesarios para redimir  a la época y a la sociedad en que viven y llevarlos al siguiente nivel de evolución. Establecen los nuevos parámetros y records a alcanzar.

Redefinición del heroísmo

         Otro punto importante es que cuando la psique humana necesita evolucionar tiene que dar paso a la integración de la sombra (Jung). Por eso desde el punto de vista iniciático no hay viaje heroico, no hay camino del héroe si no hay encuentro con la sombra, descenso al infierno, confrontación con las fuerzas de la oscuridad.
         Dado que la meta del viaje es la totalidad, veremos que cuando hablamos del héroe no sólo nos referimos al guerrero, si no que el héroe sufre un proceso iniciático, es decir de transformación, a lo largo del viaje. Entonces un mismo héroe y, al igual nosotros, puede ser a la vez el huérfano, el vagabundo, el guerrero, el mártir o el mago. Por ejemplo: Odiseo.
                   Hoy el mundo evoluciona hacia el arquetipo del Mago, un hombre que puede sanarse a sí mismo.
         El viaje del héroe es siempre circular, o deberíamos decir, espiral y se produce muchas veces a lo largo de la vida.
         Este esquema pone a funcionar las distintas etapas del viaje, considerando que cada una es también un nivel de la conciencia, y por lo tanto un arquetipo que el héroe necesita incorporar, actuar, dominar. Esto mismo puede ser aplicado a las diferentes situaciones de nuestra vida cotidiana. Asimismo cada arquetipo tiene una tarea que desarrollar y vive esa tarea como la meta de su vida.
            Cada individuo traza su propio y singular itinerario atravesando estas etapas.  Carol Pearson nos dice: “… Los héroes emprenden viajes, enfrentan dragones y descubren  el tesoro de su propia identidad….”                                                              

El crecimiento como una espiral ascendente

         Carol Pearson ilustra la típica progresión del héroe como el cono de una espiral tridimensional, en la que es posible avanzar aunque muchas veces nos movamos en círculos hacia atrás. Cada etapa tiene su propia lección para impartirnos, y nos reencontramos con situaciones que nos revierten a etapas previas, de modo que podamos aprender y rever las lecciones en nuevos niveles de complejidad intelectual y emocional y con mayor sutileza. (Numerológicamente cada 9 años atravesamos por el mismo estadio). 
         La virtud que el mago suma a todos ellos es la habilidad para reconocer y recibir la abundancia del universo. A medida que el ciclo se expande, el Mago adquiere lo que el huérfano añora: el retorno al edén perdido, primero en el nivel personal y después en el cósmico. Pero en lugar de experimentar la abundancia desde una posición dependiente e infantil, el mago entra al jardín basándose en el principio de interdependencia con los demás, con  la Naturaleza, con Dios. Así, la última lección que aprende el héroe es la de la felicidad.            Como Magos los héroes aprenden que nada esencial se pierde. La necesidad de emprender el viaje es innata a nuestra especie.
         Para realizar este viaje el héroe lleva a cabo un proceso de transformación donde va muriendo a determinados estadios para nacer a otros. A este proceso lo llamamos iniciático porque el héroe o heroína va siendo iniciado en disciplinas y conocimientos  o potencias o uso de las propias potencialidades de su psique. Este modelo es arquetípico  y común en la mayoría de las culturas.

El camino del sol o la hoja de ruta en el viaje del héroe
                       
          Aparentemente los elementos esenciales del viaje del héroe solían leerse en el cielo, a través de los movimientos del sol y la luna. Es decir que se corresponden con el ciclo del sol, su camino de Oriente a Occidente (viaje diurno) y de Occidente a Oriente (viaje nocturno). La noche de los cielos era considerada un mar nocturno y de ahí la historia del viaje nocturno del héroe a través del mar. Otra historia común es la que cuenta que el héroe viaja al inframundo a llevar a cabo una importante tarea, regresando victorioso o levantándose de entre los muertos al cabo de tres días (Jesús).
         La mayoría de las culturas primitivas identificaron al Sol y su camino anual y diario con la búsqueda espiritual de la esencia y la totalidad del ser, o lo que hoy  llamamos autorrealización. Jung dijo:   " No le bastaba al hombre primitivo con ver la salida del sol, sino que esta observación exterior debería de ser al mismo tiempo un acontecer psíquico. Esto es, que el curso del sol debería representar el destino humano de un dios, de un héroe que no vive sino en el alma del hombre".
         El origen del zodíaco y la mitología heroica están totalmente emparentados y comparten su razón espiritual y psicológica. Lo que tienen en común es el camino aparente del sol. Su viaje de Oriente a Occidente y de Occidente a Oriente que se traduce como una senda que va de la luz a la oscuridad (descenso al mundo subterráneo) y de la oscuridad a la luz (renacimiento del héroe).
         Así el viaje que el sol anual o diariamente describe en el cielo, es la lucha que todo ser humano vive en su interior si inicia el camino de ampliar su conciencia, "su pedazo de sol". Sin temor a equivocarnos podríamos definir el viaje del héroe solar como la lucha contra el sueño del hombre dormido, contra el olvido de sí o la oscuridad. Como Ulises enfrentando las pruebas y dificultades que le impone el dios del sueño, Neptuno el que reina en las profundidades del mar, excelente imagen de lo inconsciente.
            Todos los mitos heroicos siguen una secuencia zodiacal que podemos comparar con la evolución y desarrollo de la aventura heroica, descripta claramente por Joseph Campbell, al que haremos referencia más adelante.
            Pero el sol debe ponerse y el héroe solar debe descender a un mundo que está bajo el horizonte, a un viaje nocturno hacia realidades sobre las que no tiene dominio. Allí quedará a merced de los misterios lunares, de los poderes femeninos. Sólo así podrá elevarse otra vez sobre el ciclo completo, la realidad solar y lunar, masculina y femenina.

            Teniendo en cuenta el camino del sol como un mapa o una hoja de ruta diríamos que este camino traza un círculo completo y recomienza diaria y anualmente.

*     Oriente: el este, el amanecer. Está relacionado con la primavera y los signos de Aries, Tauro y Géminis. La palabra oriente viene de orior y significa nacer, empezar, levantar y simboliza la manifestación de la vida, el inicio visible, la conciencia.

*     Norte: en el ciclo diario corresponde al sol del mediodía, símbolo de máximo desarrollo, y a los signos de Cáncer, Leo y Virgo. Esta dirección indica un punto culminante de lo solar, del héroe, pero también es el inicio del descenso. (Recordemos que Hércules inicia sus trabajos con el león de Nemea, alusivo al signo de Leo).

*     Occidente: en el ciclo diario el atardecer, en el anual, el otoño. Se relaciona con Libra, Escorpio y Sagitario. La palabra occidente proviene del verbo occido y significa morir, caer.  Es el cruce del umbral en el esquema de Campbell. Aquí el héroe se interna en el más allá en su viaje interior y el descenso a los infiernos.

*      Sur: en el ciclo diario la medianoche, en el anual, el invierno. Signos de Capricornio, Acuario y Piscis. Señala tocar fondo con uno mismo, pero también señala el inicio del camino ascendente del sol, la oscuridad ha vencido a la luz pero ésta volverá a emerger. Fecha de conmemoración de los dioses y héroes solares, en realidad es un segundo nacimiento, un nacimiento del espíritu y por ello nacimiento del Héroe.

Etapas del Viaje

                   Hay dos grandes trabajos para héroes y heroínas:

I.                   La partida: Retirarnos de la vida diaria y abrirnos a las zonas  en las que podemos ubicar las fuentes (de nuestro poder). En esta faceta viajamos hacia adentro en busca de las grandes formas  e historias, la magia y el conocimiento olvidado de fases previas  o más profundas de nuestra existencia. En este viaje podemos llegar a zonas o estructuras en nuestro interior que permanecen incompletas. Estos son nuestros potenciales heroicos ocultos (que a veces aparecen en el mito como amigos o ayudantes secretos). Recordemos aquí la definición de Cirlot, donde nos dice que estudiar, investigar, etc., son modalidades del viaje.

II.                El regreso: Volver a la vida diaria con el conocimiento que hemos ganado en las profundidades y ponerlo en uso para redimir a la época y a la sociedad.

En este punto diferenciamos a los héroes redentores de los que no lo son. Ambas etapas tienen que estar presentes para que haya un viaje completo. Sin embargo hay héroes cuyo viaje finaliza en el estadio en el que alcanzan la propia iluminación. Pero no se cumple la etapa del regreso al hogar para redimir al grupo o apoyar a la elevación colectiva al siguiente nivel de conciencia. Jesús, Odiseo y Parsifal son héroes redentores. Odiseo alcanza la iluminación en la isla del sol, pero comprende que debe regresar.

          El clásico viaje del héroe está resumido en un esquema muy ajustado por el mitólogo, autor del “Héroe de las mil caras” Joseph Campbell. Existe también un esquema hecho por el crítico ruso Vladimir Propp, que es el resultado del estudio de muchos cuentos de hadas. Allí Propp habla de una serie de funciones que se repiten como una estructura o esqueleto en el cuento tradicional. (La partida, el encuentro con el objeto mágico, el ayudante, el oponente, etc.). Nosotros vamos a manejarnos dentro de este esquema de Campbell. Pero ambos son asimilables.

Las llaves del viaje

         “… El héroe mitológico abandona su choza o castillo, es atraído, llevado o avanza voluntariamente hacia el umbral de la aventura. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o conciliar con esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón, ofertorio, encantamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la muerte (desmembramiento, crucifixión). Detrás del umbral, después, el héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares y sin embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligrosamente (pruebas), otras le dan una ayuda mágica (auxiliares). Cuando llega al nadir del periplo mitológico, pasa por una prueba suprema y recibe su recompensa. El triunfo puede ser representado como la unión sexual del héroe y la diosa madre del mundo (matrimonio sagrado), el reconocimiento del padre-creador (concordia con el padre), su propia divinización (apoteosis) o también, si las fuerzas le han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a ganar (robo de su desposada, robo del fuego), intrínsecamente es la expansión de la conciencia y por ende del ser (iluminación, transfiguración, libertad). El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe, ahora éste se mueve bajo su protección (emisario); si no huye y es perseguido (huida con transformación, huida con obstáculos). En el umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer atrás; el héroe vuelve  a emerger del reino de la congoja (retorno, resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elixir).
                     El Héroe de las Mil Caras, Joseph Campbell


 Todo viaje del héroe encierra una psicología sagrada. En casi todas las tradiciones culturales y  religiosas lo que aparece es que el anhelo más profundo de toda alma humana es el de retornar a su fuente espiritual. Búsqueda activa de la relación con los arquetipos. Al fin del viaje el héroe experimenta la unión con el amado del alma, nuestro arquetipo personal, el representante de Dios en nosotros. El gran arquetipo en este sentido es el Sele.

El viaje diurno y el viaje nocturno
         De acuerdo a lo expuesto básicamente podemos hablar de dos tipos de viaje:

Ø     Diurno o solar: que se realiza a través del día, el terreno de la conciencia, los poderes masculinos, el territorio del padre, el sol, el coraje.
        
Ø     Nocturno o lunar que se realiza de noche, en el terreno del inconsciente, los poderes femeninos, el territorio de la madre, la luna, la fe.
         A su vez podríamos decir que el viaje se produce básicamente en dos niveles:
         Es decir que, si consideramos el viaje del héroe como una alegoría del paso por la vida, podríamos dividirlo en una sección obligatoria y una sección voluntaria.  La carta 13 es la frontera. Todos llegamos hasta allí. Dependiendo de nosotros mismos y de lo que hacemos con nuestra vida, experimentamos la muerte como un final o como un tema clave, una etapa de transición esencial que tiene lugar en la mitad de la vida, tras la cual nos espera lo que importa de verdad, la iniciación, la fase transpersonal y el desarrollo del yo. Primero necesitamos madurar en la fase uno. Antes de abordar lo trascendente debemos manejar con éxito lo cotidiano. De la misma manera para superar el ego y alcanzar el yo tendremos que desarrollar primero un ego fuerte, capaz de encontrar su sombra a lo largo del camino, sin ser devorado por ella. Algunas personas jamás atraviesan la frontera.
          El camino no es ni del hombre ni de la mujer. De hecho la única forma de reencontrar la totalidad es recorrer ambos las dos vías. El camino del héroe es también el de la heroína
         En  la primera mitad de la vida es el momento del desarrollo personal y el crecimiento exterior. En la segunda mitad de la vida nos volvemos hacia el interior y tomamos contacto con la sombra.
        
         Visto como un esquema en este camino encontramos distintos estadios diferenciables:

A.  La niñez del héroe: el estado simbiótico.

B.    La partida y transformación en adulto: maduración y desarrollo de la personalidad.

C.   El proceso de iniciación: la apertura transpersonal.

D.   El objetivo o meta del viaje: renacimiento-redención-totalidad. La conciencia de la unidad de todas las cosas.

 Conclusión
         “…Si no nos arriesgamos, si actuamos roles socialmente prescriptos en lugar de emprender nuestros viajes, experimentamos un vaciamiento interior. Cuando las personas son desalentadas a atacar dragones, internalizan la necesidad y se atacan a sí mismas, declarando la guerra a cualquier atributo  de sí mismos que consideren desagradable. O se enferman y tienen que luchar para reponerse. Uno de los temas primarios de la literatura en la actualidad es esa experiencia de alienación y desolación. Por eso el antihéroe reemplaza al héroe…”- Carol Pearson
                                                       
         Los magos consideran que la vida es un Don. Nuestra tarea en ella es brindar nuestro propio don e involucrarnos profundamente con la vida y los demás admitiendo y recibiendo algunos dones, y haciéndonos responsables de rehusar otros. La tragedia en el viaje heroico es la pérdida del conocimiento de quiénes somos, con el consiguiente resultado de no poder aportar lo que debemos.
           No hay manera de evitar la travesía del héroe. Llega y nos encuentra si es que no nos movemos con valor para encontrarla.  La única salida es atravesarla.


El Viaje del Héroe, Graciela Caprarulo

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