El Diario Personal o Íntimo

Es un subgénero de la biografía y en concreto de la autobiografía. Se trata de un texto que, de manera fragmentaria y con el registro de la fecha, suele destinarse a una lectura ulterior y privada de quien lo confeccionó.
La denominación “íntimo” significa, por un lado, interno o interior, relación estrecha,  zona espiritual íntima y reservada, de reflexión y autoanálisis de una persona y por otro, intimar o intimidar, introducir temor, infundir miedo.
La intimidad es la marca del sujeto moderno, el sujeto en intimidad es sujeto frente a sí mismo. La nueva dimensión que adquiere lo íntimo como construcción subjetiva del yo.
Si bien el diario íntimo está escrito “para sí mismo”, con carácter secreto, puede decirse que goza de cierta pretensión de trascendencia ya que también puede suceder que el mismo autor permita su lectura o publicación en vida o de manera póstuma, por lo que ese “espacio íntimo” dejaría “lo privado” para formar parte de “lo público”.
Características:
·        El registro de las anotaciones se realiza en forma cronológica, indicando el día y la fecha pudiendo realizarse “cada día” o dejando espacios temporales entre cada una.
·        El enunciador utiliza la primera persona gramatical del singular (yo) y no se dirige a ningún destinatario más que él mismo, aunque en ocasiones puede emplear la segunda persona (tu o vos), como si estuviera contándole al diario como sujeto destinatario.
·        Emplea generalmente un lenguaje cotidiano, coloquial, escrito en prosa o verso. Pudiendo transcribir ocasionalmente fragmentos o ideas de otros.
·        El diario íntimo incluye situaciones “reales”: recuerdos (lejanos o recientes), situaciones presentes que el autor va experimentando (nacimientos, muertes, mudanzas, etc.), chismes, anécdotas, pensamientos, reflexiones, conflictos sentimentales, morales, religiosos, etc. que se expresan como un “fluir de la conciencia”, como si estuviera pensando en voz alta, pero también puede contener hechos “ficcionales”, de situaciones no vividas, inventadas, imaginadas, deseadas, esperadas. En el caso de escritoras y escritores el vaivén es esencia misma porque la vida real y la literatura se intercambian y porque los límites entre una y otra se diluyen y funden.
·        Generalmente tienen por finalidad que el autor exprese sus sentimientos, se desahogue, aclare sus ideas y a la manera de una fotografía registre una mirada del mundo en un momento determinado y una forma de conocimiento personal.
·        Tiene un carácter evolutivo, sin conclusiones definitivas, con preguntas más que respuestas, de indagación, búsqueda que  va construyendo un montaje de la propia vida sin abandonar la sinceridad, territorio de definiciones incompletas y fragmentos.
·        Está hecho en soledad y físicamente ocupa el lugar del secreto porque se guarda en cajones y sitios ocultos que se quieren inviolables y, en sí mismo, contiene secretos.
·        Es una práctica de escritura hondamente arraigada en la sociedad. Al ser una escritura del vivir cotidiano, de carácter secreto, y usada por personas de toda edad y condición, ha sido poco valorado como registro, y su práctica se relegó a una región menor en la consideración intelectual o artística.
Los primeros diarios aparecieron en el siglo XVIII como una necesidad de la naciente burguesía por encontrar su lugar en la sociedad. En un principio los diarios fueron crónicas familiares llevadas por pastores de la iglesia, reyes o comerciantes adinerados, que consignaban acontecimientos de la familia (número de hijos, casamientos, muertes), climáticos (en función de cosechas, siembras), sociales; eran pragmáticos y útiles como puede serlo una bitácora.
Dentro del género autobiográfico el prestigio correspondía a las Memorias porque suponen un protagonista excepcional y masculino, difícilmente una mujer accedía a pensarse como sujeto de la Historia, las cartas y los diarios eran los subgéneros admitidos en los que podía ensayar la reflexión.
Katherine Mansfield denomina al diario que lleva: “carnet de apuntes”, Virginia Woolf, imagina su uso: “Me gustaría que se asemejara a algún profundo escritorio de antaño, o a un espacioso baúl al que se arroja una gran cantidad de trapos y retazos sin detenerse a elegirlos”.

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